Sé que esto parece un cuento de hadas, pero es verdad
Todo empezó un día de abril. Él tenía 17 y yo 14, en realidad éramos dos niños ingenuos que sabíamos mucho de nada. Yo esperaba encontrar al amor de mi vida. el príncipe azul, ese amor del que nadie es capaz de escapar. Él parecía un tonto, solo de ésos que buscan diversión. Pero, no fue certero prejuzgarlo.
Lo vi por primera vez en un jardín en donde se suele ir a descansar. Yo estaba llegando, y el estaba bajo un árbol, dormido. No pude evitar mirarlo detenidamente, y sentí como si mi corazón fuera a estallar.
Desde ese día, decidí concurrir a ese jardín para verlo.
Descubrí que iba sólo los lunes y los viernes, por un motivo que desconocía, y se sentaba en el mismo árbol, a descansar. Y yo solo me atrevía a mirarlo.
Un día, lunes, fui a aquel jardín. Pero no lo vi, y decidí ir hacia aquel árbol por simple curiosidad y descubrir que era lo que aquel chico anhelaba de ese árbol tan común.
Cuando me acerqué lo justo para que sus ramas me cubrieran con su sombra, lo descubrí. algo de ese árbol te llenaba de paz.
Ya estaba por irme, cuando en ese instante vi que él entraba al parque, dirigía una mirada en mi dirección y comenzaba a acercarse.
No fui capaz de moverme, ese árbol me tenía atrapada.
Llegó hasta mi lado, y dijo que lo disculpara, pero que no podía evitar no ir a ese árbol, y que no deseaba no ser una molestia para mí
- Si, no hay problema. Te he visto varias veces acá, solo puedo pensar que la intrusa en este momento soy yo.
Cuando finalmente se acercó lo suficiente como para poder verlo bien, quede paralizada; era mucho más lindo de lo que imaginaba. Mas de lo que podía creer.
-Me llamo Gonzalo, ¿y vos?- al decirlo, dejó ver una sonrisa. La más hermosa que vi en mi vida. Estaba claro; me había enamorado de el.
-Yo Milena- no podía hablar demasiado, estaba demasiado nerviosa para hacerlo. Como dije antes, no fue bueno prejuzgarlo; no era un tonto, no, era la persona más dulce que conocí.
-Mucho gusto, Milena- dejó ver nuevamente esa sonrisa tan arrebatadora. -¿Me puedo sentar a tu lado, entonces?-
-sí, claro. Después de todo creo que yo estoy en tu lugar-no podía decir más que la verdad. Él me fascinaba.
Estuvimos hablando largo rato. Me habló sobre su familia, que era lo más importante que tenia. Pero al decir esto, una nota de tristeza asomó a sus ojos. No lo comprendía.
-¿Te sentís bien?- le pregunte.
Con un esfuerzo, disimuló su tristeza, y m dijo que no era nada, sólo un mal recuerdo. Hacía poco menos de un año, conoció a una chica, Soledad, de quien se había enamorado. Pero que era su amor imposible, porque ésta ya no estaba en este mundo.
-¿Te confieso algo?- dijo algo avergonzado. -Me acerqué a vos porque te le pareces mucho. No pude evitarlo.
Me quede helada. Totalmente sorprendida. Nunca pensé que algo así m podría estar pasando.
-Me tengo que ir. Disfruté mucho de tu compañía, acostumbro a pasar mucho tiempo en soledad. – dijo él.
-Si, es tarde, creo que yo también me voy a mi casa. fue un gusto conocerte. -sin perder un segundo, dijo – Nos vemos este viernes, ¿verdad?-
-Sí, claro. -
Me dio un beso en la mejilla. y vi como se alejaba.
Me levanté, y me encaminé hacia mi casa.
Nos encontramos el viernes de la misma semana, bajo el árbol-nuestro, podría llamarlo-.
Me gustaba mucho su compañía, y él parecía sentirse igualmente cómodo con la mía.
Ese día, la despedida fue mejor. pero más dolorosa.
Me dio un beso en la mejilla, como el lunes. pero esta vez, sus labios llegaron a rozar los míos, aunque pareció no darse cuenta.
Mientras nos separábamos, sentí un dolor profundo en mi corazón; no soportaba la idea de estar lejos de él tantos días. hasta el nuevo encuentro, en nuestro árbol.
Pasaron semanas. y nosotros seguíamos manteniendo la misma amistad, buena, pero solo amistad.
Hasta que llegó el día más deseado por mí.
Un lunes, como aquél en el que hablamos por primera vez, me esperó en nuestro lugar, con un ramo de rosas. no cabía en mi misma de la emoción que tenía al caminar hacia el.
Recuerdo ese día como si fuera ayer. Gonzalo tenía una bermuda blanca, de esas que m gustan a mí. y una camisa negra. esa vestimenta hacía resaltar sus hermosos ojos celestes, que a su vez contrastaban con su cabello negro. era perfecto.
Llegue hasta donde él se encontraba.
-Hola Milena. te veo sorprendida. – esta vez su sonrisa fue mucho más hermosa que la ultima que recuerdo.
Yo no pude articular palabra. entonces, él siguió hablando.
-En este tiempo, mantuvimos una muy dulce amistad. y dentro de mí, fue creciendo algo más que eso. un profundo amor. Yo te amo Milena. -
Mis ojos me delataron. ¡era obvio que yo sentía lo mismo por el!
Y sin esperar respuesta, me besó.
Confieso que ese fue mi primer beso y hasta el día de hoy lo recuerdo.
Sentí algo muy profundo. no era solo el contacto de nuestros labios lo que hacía que mi corazón quisiera salirse de su lugar. era como si nuestras almas se unieran.
Era la primera vez que tantos sentimientos nuevos y hermosos pedían a gritos salir de mí.
No podía respirar. y en ese momento, delicadamente, separó sus labios de los míos. Y me miró, tiernamente. sus ojos eran lo más lindo que había a mi alrededor. porque en realidad, yo había perdido la noción del tiempo, del espacio. de todo. lo único que sabía era que estaba junto a él, y con eso me bastaba. era inmensamente feliz.
-¿Querés ser mi novia?-preguntó, emocionado, tanto como yo lo estaba.
-Si Gonzalo. ¡Yo siempre te amé! Desde el primer momento en que te vi. pero nunca me animé a decírtelo. – un líquido tibio comenzó a correr por mi cara. creo que estaba llorando. -No te das una idea de lo feliz que me siento. -y escondí mi cara en su hombro, no quería separarme de el ni por un segundo. nunca más.
(Anónimo)