Lucha siempre por lo que quieres
Hace 10 meses era feliz, no me importaba nada en el mundo solo echar relajo con mis cuates. Pero a pesar de eso, tenía buenas calificaciones, por lo que tenía una beca que iba a cobrar con mi mejor amigo Eduardo. Ese día ambos fuimos a cobrar la beca. Al estar ahí esperando, llegó una chava, me tomó de mi hombro y con voz dulce me pregunto:
“¿Ésta es la fila?”
Sin palabras y sin aliento sólo respondí: “Sí”.
Estaba idiotizado. Pero esa chava estudiaba en la misma escuela que yo y nunca la había visto. En ese momento cambio mi vida.
Al día siguiente, en la escuela, decidí hablarle y preguntarle su nombre. Ella me miró y sonrió. Me acerqué a ella y le dijo: “Hola me llamo Jonathan, ¿como te llamas?”. Ella contestó “Lizzy”.Comenzamos a platicar y después me fui a mi salón. En la salida no podía quedarme con las ganas y le pregunté que si la podía acompañar a su casa y ella aceptó. Todos los días solía acompañarla y platicar con ella. Me di cuenta que había dejado todo por estar con ella: mis amigos, mis clases y mi familia. No me importaba nada, sólo estar con ella y un día me confeso que tenia un novio… Eso fue un golpe al pecho, el primero en mi vida. Yo no me di por vencido y seguí luchando.
El 14 de febrero invité a Lizzy al cine. Fue el mejor día de mi vida. Al estar en el cine estuve tan cerca de darle un beso, pero no, ya que nos interrumpieron. Salimos y me confesó que había terminado con su novio. Eso me alegró.
Al día siguiente, en la escuela, ella no me busco como solía hacerlo. Ese día era muy raro. En la salida ella me dio una carta y se dio la media vuelta y se fue. Yo sabía que esa carta era mala y quería tirarla, pero la tentación mato al gato. En el camino la leí y decía así: “Jonathan, yo te quiero mucho, pero estoy enamorada de otra persona. Me divertí mucho ayer, pero te estoy haciendo creer algo que no va a pasar”.
Al llegar a mí casa no me resistí y comencé a llorar todo el día. Ese fue el segundo golpe a mi pecho en mi vida.
En la noche sonó el teléfono y era ella. Sus primeras palabras fueron “Perdón, no quería lastimarte” y se callo por unos segundos. Yo le pregunté que si estaba en su casa. Ella me contestó que sí sin importarme nada. Salí corriendo a su casa, que no quedaba cerca de la mía, y eran las 10 de la noche. Llegué y ella estaba llorando. Me di cuenta que ella lloraba porque me amaba, pero no quería enamorarse otra vez, ya que en su anterior relación había sufrido mucho.
Platicamos y platicamos, paso una semana y nos llevábamos mejor que antes. Un día llegaron sus amigas y le dijeron algo. Ella me dijo con voz molesta “vámonos, ya me quiero ir”. Yo le dije “qué pasó” y ella no me lo decía. Pero confeso y me dijo que mi primo había dicho que yo había apostado por ella, Lizzy. Eso me dolió, pues el fue el que me ayudo a tener esa relación con Lizzy, brotó una lagrima de dolor. Sin embargo, ese fue el tercer golpe en mi pecho. Ella me creyó.
Ese mismo día en la tarde fue a mi casa estuvimos platicando. No me resistí y le di un beso que nunca olvidaré. Claro que me moría por darle un beso. La bese muy apasionadamente, sin soltarla, ella me contesto el beso. Al día siguiente le pregunte que si podíamos ser novios y ella por fin aceptó. Yo la llevaba a sus clases de danza y hasta la fecha la sigo llevando.
Llevamos tres meses de ser novios y la amo con todo mi corazón. Personas como ella ya no existen. Me di cuenta que el amor no solo es felicidad, sino que es dolor y una enfermedad sin cura.
(Anónimo)