Cuando el amor no es sufiiciiente_♥✿
La mujer por naturaleza es una romántica y una soñadora incorregible. Gusta de hacer castillos en el aire y colgarse de las nubes del cielo para hacer piruetas que ni ella misma se imaginaba con cuánto éxito llegaría a darle vida a sus sueños más hermosos en el Don de ser mujer.
La mujer por naturaleza, es una enamoradiza porque ella misma es amor. Se enamora de lo más sencillo, de lo más fácil y algunas más valientes, se atreven a enamorarse de lo más difícil y hasta de lo que ellas mismas saben que les está más “prohibido” en sus vidas, no les importa, pasan por alto el qué dirán, el qué pasará y hasta el qué pensarán los demás, con tal de lograr darle vida a sus sueños de amor.
No es suficiente el amor que siente una mujer para lograr sus sueños, porque para lograrlos está involucrando a otras personas, y no siempre son las más indicadas desgraciadamente. Y aquí cabe aclarar algo importante: Cuando llegamos a este mundo, la vida ya estaba hecha, ya estaba establecida con normas, leyes civiles y eclesiásticas que rigen al planeta, como seguramente también hay otro tipo de leyes que rigen al universo entero. Y si nosotras como mujeres, no somos capaces de respetar las leyes terrenales y físicas que rigen a nuestro mundo, mucho menos vamos a ser capaces de entender y respetar cosas y causas superiores (como por ejemplo las leyes divinas), que van más allá de nuestros sentidos orgánicos, que son los canales principales por donde percibimos todo lo que somos, sentimos y vivimos.
¿Te enamoraste de un hombre casado o comprometido? Está bien, no pasa nada… ¡Es tu amor!, se te respeta porque aprendiste a amar, ¿pero aprendiste tú a respetar los derechos ajenos para proteger tu propio amor?, si no lo hiciste o no lo has hecho, entonces no te quejes de que te llamen “pájara”, si en ti está modificarlo aprendiendo –repito- a seleccionar tus sueños y a respetar los sueños ajenos. Es la única forma de que llegues a sentirte orgullosa de ti misma, y de la forma en la que aprendiste a amar, pero sin lastimar a nadie y mucho menos a tu propio corazón primero.
(G.C.)